Fundamental Artificial Intelligence Research, el laboratorio de IA de Meta, anuncia una nueva máquina que puede decodificar señales cerebrales y convertirlas en palabras escritas en una computadora.

Meta anuncia un sistema de inteligencia artificial que traduce los pensamientos en texto. Suena a ciencia ficción, pero la gigante tecnológica logró llevarla al plano físico. El proyecto de investigación pretende decodificar la actividad cerebral y convertirla en texto digital, abriendo nuevos horizontes en la interacción hombre-máquina.

La investigación, llevada a cabo por el Centro de Investigación Fundamental de Inteligencia Artificial (FAIR) de Meta en París, en colaboración con el Centro Vasco de Cognición, devela un revolucionario sistema que lee los pensamientos. Utilizando un sofisticado escáner, los investigadores consiguieron decodificar hasta el 80% de los caracteres que los 35 participantes creían estar tecleando. Los resultados fueron asombrosos: el sistema generativo no solo captó palabras, sino también el contexto semántico del pensamiento.

«Estamos compartiendo un avance hacia la comprensión de los mecanismos neuronales que coordinan la producción del lenguaje en el cerebro humano. Estudiar el cerebro durante el lenguaje siempre ha resultado extremadamente difícil para la neurociencia; en parte por un problema técnico: mover la boca y la lengua corrompe en gran medida las señales de neuroimagen», explica Meta en el post de presentación. Limitaciones que se han superado gracias a la IA y que abren perspectivas revolucionarias, abriendo nuevas posibilidades para las personas con discapacidades comunicativas.


El cerebro identifica el peso semántico de miles de palabras con neuronas específicas que ayudan a agruparlas según su significado, apunta un estudio.


¿Cómo funciona la «lectura de mentes»?

Los investigadores utilizaron la magnetoencefalografía (MEG) y la electroencefalografía (EEG), un sistema sinérgico basado en Brain2Qwerty, un modelo de IA que interpreta las señales magnéticas del cerebro como si fueran teclas pulsadas en un teclado invisible. Su mecanismo es parecido al de un traductor simultáneo que, mediante la lectura no invasiva de la actividad cerebral, es capaz de interpretar los pensamientos y convertirlos en palabras escritas.

Durante la prueba, el voluntario se sienta dentro del casco del escáner MEG, que detecta las señales magnéticas generadas por las neuronas al activarse en el cerebro. A continuación, el modelo de IA analiza qué señales corresponden a determinadas teclas. Tras un entrenamiento adecuado, la máquina es capaz de predecir las letras que una persona piensa teclear.

Meta lo explica con detalle: «Al tomar 1,000 imágenes del cerebro cada segundo, podemos precisar el momento exacto en que los pensamientos se convierten en palabras, sílabas e incluso letras. El estudio demuestra que el cerebro genera una serie de representaciones que parten del significado abstracto de una frase y se traducen progresivamente en acciones concretas, como el movimiento de los dedos sobre el teclado«. Se trata de un «código neuronal dinámico», un mecanismo neuronal especial que enlaza representaciones sucesivas manteniendo cada una de ellas durante largos periodos de tiempo.

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El camino hacia la escritura telepática

«Estamos en el momento exacto en que los pensamientos se transforman en palabras», puntualiza Meta. A pesar de las revolucionarias premisas, el proyecto aún tiene muchas limitaciones prácticas. En primer lugar, el escáner debe colocarse en una sala especialmente blindada para bloquear el campo magnético terrestre, que es un billón de veces más fuerte que las señales cerebrales. Además, hasta el más mínimo movimiento de la cabeza puede perturbar la señal, por lo que es necesario permanecer inmóvil. Por último, aunque esta investigación se llevó a cabo en voluntarios sanos, se requiere de trabajos futuros para explorar cómo podría ser útil para personas que sufren lesiones cerebrales.

La tecnología de Meta es una ventana al futuro de la medicina neurológica y la comunicación humana, al ser un método no invasivo que abre un camino más accesible que los chips cerebrales probados por Neuralink, empresa de biotecnología de Elon Musk. Aunque el proyecto no aspira a desarrollar un producto comercial, la historia de innovación tecnológica nos recuerda que los dispositivos gigantes en pañales no lo son para siempre; el escáner que hoy ocupa una habitación entera y requiere de condiciones especiales podría llegar a ser tan discreto como unos audífonos.