La contradicción en el corazón de la burbuja de la IA (y el temor por los efectos económicos de un posible estallido)

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undar Pichai, el hermético CEO de Google, me invita a un recorrido por Googleplex, su sede en California.

A lo largo del sendero que recorre todo el edificio vemos un esqueleto gigante de dinosaurio, una cancha de voleibol playa y decenas de empleados de Google disfrutando su almuerzo bajo el sol brumoso de noviembre.

Pero lo que más le entusiasma mostrarme es un laboratorio, escondido al fondo del campus tras unos árboles.

Aquí es donde se desarrolla la invención que Google considera su arma secreta.

La conocida como Unidad de Procesamiento Tensorial (o TPU) parece un pequeño y discreto chip pero, según Pichai, algún día impulsará todas las consultas de IA que se realicen a través de Google.

Esto la convierte potencialmente en uno de los dispositivos más importantes de la economía mundial a día de hoy.

«La IA es la tecnología más profunda en la que la humanidad ha trabajado jamás. Cuenta con un potencial para generar beneficios extraordinarios; tendremos que superar las disrupciones sociales», alega.

Pero la pregunta que persiste en torno al auge de la IA es si se trata de una burbuja a punto de explotar ya que, de ser así, podría ser un espectacular estallido similar al de la burbuja puntocom a principios de siglo, con amplias consecuencias para toda la sociedad.