En las operaciones de tumores cerebrales resulta de vital importancia delimitar correctamente los límites del propio tumor para dañar lo menos posible al paciente. De lo contrario, a este se le pueden provocar daños irreversibles tanto en el ámbito cognitivo como en el físico. La complejidad surje de la capacidad infiltrativa de algunos tumores cerebrales y la dificultad de identificarlos sobre el resto del cerebro sano. A pesar de la existencia de técnicas para generar imágenes médicas como resonancias magnéticas o ultrasonidos, la realidad es que presentan limitaciones importantes, ya sea porque su uso queda casi limitado al preoperatorio o por su baja resolución. Además, una vez se extrae parte del cráneo para exponer la zona del cerebro afectada, este se desplaza hacia fuera debido a su naturalidad esponjosa. Por ello, habitualmente los neurocirujanos se basan en su propia visión y experiencia para hacer la resección del tumor.

Para comprender las implicaciones de usar nuestra visión, vamos a describir brevemente cómo vemos los humanos y las limitaciones que tenemos. La visión humana se basa en tres receptores de color, llamados conos. Estos perciben los colores primarios: rojo, verde y azul y, según la intensidad con la que se perciban los tres, se pueden obtener todos los colores que se llegan a apreciar en un arco iris. No obstante, esta información no es la única que se puede obtener de la luz. Más allá de lo que se conoce como espectro visible, o lo que un humano es capaz de ver, existen otros espectros electromagnéticos. Al final, la luz es una onda electromagnética que puede contener información más allá de la meramente visible. Por ejemplo, esta información puede existir en otros espectros como el del ultravioleta o el del infrarrojo. Si queremos obtener dicha información, es necesario utilizar cámaras o sensores especiales que capturen en el espectro electromagnético de interés. Un tipo de estas cámaras son las conocidas como cámaras hiperespectrales y permiten ver más allá de lo que el ojo humano puede observar. Por lo tanto, estas cámaras podrían ayudar a conocer mejor el comportamiento de los tejidos tumorales para delimitarlos, de manera más precisa que el ojo, respecto del tejido sano.

Ahora que conocemos las cámaras hiperespectrales y cómo pueden ayudar a detectar tumores cerebrales recuperando información hasta ahora oculta ¿qué otras ventajas aportan? La gran virtud de estas cámaras es que no requieren de contacto alguno con el paciente, no emiten ninguna partícula que ionice su tejido y, por lo tanto, utilizan una tecnología no invasiva. Esto no lo cumplen otras técnicas existentes como los ultrasonidos, las resonancias magnéticas o el uso de cualquier agente que provoque un contraste en el tejido. Por este motivo, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han liderado un proyecto junto con el Instituto para la Investigación biomédica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid para la detección de tumores cerebrales mediante el uso de imágenes hiperespectrales. Este proyecto de investigación recibe el nombre de NEMESIS-3D-CM, (Clasificación intraoperatoria de tumores cerebrales mediante modelos inmersivos 3D en la Comunidad de Madrid).

El jefe del servicio de neurocirugía del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, Alfonso Lagares Gómez-Abascal, indica que «muchas veces el cirujano se encuentra perdido a la hora de identificar de forma certera cual es el tumor y que es tejido normal”. Por ello, explica la necesidad de identificar el tejido tumoral para «resecar la mayor cantidad de tejido patológico posible, intentando reducir la extirpación de tejido elocuente».

NEMESIS-3D-CM Noche de los Investigadores 2020

Fuente: masscience.com

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